Este mito narra cómo los hermanos Sol y Luna emergieron como divinidades, marcando
el inicio del tiempo de los hombres. Su madre, al hilar en su telar, protegía a las
tejedoras que confeccionaban las maravillas de este arte.
Estos tejidos son una mirada al pasado que perdura en el presente. Líneas diagonales se
entrelazan como hilos de tiempo, simbolizando la continuidad y la conexión entre
generaciones. Triángulos y rombos, conocidos como “Ojos de Dios”
, evocan la mirada
vigilante de las deidades protectoras.
Así, Rústico Corazón integra los bordados oaxaqueños para admirar la riqueza de sus
orígenes, celebrando el legado de los antiguos dioses y honrando la maestría de las
tejedoras que, como hilanderas del tiempo, entrelazan en cada tapete la historia y la
identidad de un pueblo único.